Inteligencia artificial en agricultura equivale a eficiencia, calidad, aprovechamiento de recursos, mejores rendimientos y disminución de costes de producción y engloba todas aquellas funciones que una máquina, una pantalla, un sensor o un ordenador es capaz de realizar de forma precisa recogiendo una serie de datos que permiten optimizar al máximo cualquier tipo de labor agrícola y cultivo.
Los tres principales campos en los que o bien ya se trabaja o bien se sigue desarrollando la inteligencia artificial en la agricultura son:
Esto, hace que la inteligencia artificial en la agricultura adquiera muchas formas con el único propósito de simplificar muchas tareas y sobre todo, ahorrar recursos y tiempo.
Ya existen números apps sobre diversos temas de interés agronómico que permiten gestionar las explotaciones agrícolas, medir las superficies de las parcelas y obtener información cartográfica de la zona), las relacionadas con la predicción meteorológica y también las que permiten al agricultor gestionar sistemas de riego mediante su smartphone.
Estos dispositivos están dirigidos a mejorar la conducción de vehículos agrícolas. También se utilizan a nivel atmosférico, con estaciones meteorológicas situadas en lugares clave de las explotaciones y sensores de suelo que nos indican todo tipo de condiciones fisicoquímicas del suelo.
La inteligencia artificial en la agricultura aplicada a la toma de imágenes permite conocer el estado de un cultivo, la cantidad de malas hierbas o crear mapas de humedad para ajustar al máximo la cantidad de agua necesaria dentro de una parcela. Esta inteligencia artificial se obtiene de imágenes aéreas hechas por drones o satélites.
La IA puede ser la solución para lograr alimentos suficientes, dentro del pulso que el cambio climático nos está echando y proteger a su vez el medio ambiente y la biodiversidad.
Desarrollemos ahora estos 3 principales campos:
La capacidad de predicción
A través de un sistema de algoritmos capaz de sacar conclusiones de datos, se puede aplicar a la agricultura un sistema de predicción climatológico que permitirá adoptar medidas de todo tipo.
Saber anticipar lluvias, sequías y otro tipo de fenómenos como el granizo puede salvar más de una cosecha. Y esto puede determinar que se utilice más o menos cantidad de agua o incluso que se desplieguen mecanismos de protección para evitar inundaciones o destrozos.
Del mismo modo, nos va a permitir a través de la medición de la temperatura, cuándo va a alcanzar la cosecha el punto óptimo de maduración, pudiendo elegir el mejor momento para su recolección.
Monitorización y evaluación de suelos y de cultivos a través del IoT
A través de soluciones IoT (internet de las cosas o Internet of Things), se podrán mejorar los rendimientos de los cultivos a través de la gestión de la información obtenida por imágenes. Los sensores recopilarán datos e imágenes y podremos anticiparnos a plagas, malas hierbas variando y ajustando dosis de fertilizantes y fitosanitarios.
La robótica orientada al cultivo
Desde el dron más sencillo hasta los vehículos agrícolas más inteligentes pasando por robots autónomos o colaborativos pueden cambiar radicalmente la manera en que trabajamos el campo, evitando el trabajo más duro duros en condiciones extremas favoreciendo una labor precisa. Las tareas que pueden llevar a cabo los robots están ya presentes a lo largo de toda la cadena de producción, transformación y suministro de los alimentos.
La idea obviamente no es que las máquinas sustituyan al profesional del campo, pero sí que nos hagan mucho más eficientes.
Los principales retos a los que se enfrenta este importante avance tecnológico son de carácter formativo, de accesibilidad, de sostenibilidad y ético.